miércoles, 8 de septiembre de 2010

Barrio de Maravillas, de Rosa Chacel

La generación del 27 es la etapa de la literatura que más me gustó cuando la estudié en 2º de BUP, sobre todo porque la poesía me pareció increíble, y eso que es un género al que nunca he acabado del todo de cogerle el gusto, ni siquiera estudiando filología.

En cambio, dentro del teatro he leído varias obras de Lorca para poder decir que no me gusta el teatro de Lorca, no me parece malo, no me aburre, simplemente no me gusta.

Ahora por fin he leído una de prosa: El Barrio de Maravillas, de Rosa Chacel. De esta autora ya había leído fragmentos y siempre me habían gustado, me parecía que tenía una prosa con mucha melodía, con unas descripciones especiales.

Sin embargo no puedo decir que el libro me haya encantado. Me ha costado bastante esfuerzo leerlo, entre otras cosas porque no me ha parecido fácil y creo que también ha influido bastante el hecho de leerlo en el metro, de 20 en 20 minutos, o menos, y de tardar un mes en leerlo, porque he metido varios libros en medio (que me habían prestado y tenía que devolver). Supongo que tendría que volver a leer el libro, y de forma más continua, para poder apreciarlo bien.

La historia es la adolescencia de unas niñas en ese barrio de Madrid en la época previa a la Primera Guerra Mundial. Estas niñas son Elena e Isabel.

Elena es hija de una familia más o menos acomodada, en la que casi todos los miembros son artistas, la madre y el abuelo eran músicos y el padre poeta. Así, Elena es una chica muy culta y con muchas inquietudes a la que siempre han animado a tener curiosidad por las cosas y le han enseñado a leer de todo y a ver de todo.

Isabel no es igual, es la hija de una madre soltera que es costurera que vive en el piso superior de la casa donde vive Elena. Pero posee una intuición especial para comprender el mundo que la rodea.

Estas dos chicas se hacen amigas y la obra comienza con una visita al Prado donde Isabel se enamora de la pintura y del arte.

En la obra participan otros personajes, como Doña Laura, una maestra vecina, una mujer soltera, muy inteligente y con una visión crítica de la realidad (con crítica me refiero a plantearse cosas, a no pensar siempre lo que los demás y a “reírse” de las comadres que se pasan el día cotilleando).

O un amigo del hermano de Laura, que les enseña a las chicas a pensar, que las incita, sería más correcto decir, porque les hace pensar en cosas que se consideran incorrectas o malas, para que ellas juzguen por sí mismas si esa opinión general es acertada o sólo un prejuicio.

No tiene un hilo conductor claro, sino que es una sucesión de hechos de la época y reflexiones de las chicas y de la maestra. Estas reflexiones son muy interesantes, pero la verdad es que no es un libro que parezca que vaya a enganchar para leer del tirón, como si fuese una aventura, aunque tampoco se puede decir que sea aburrido.

En resumen, creo que está bien, pero si no se lee con la intención de que sea un libro entretenido sino de reflexionar. Me he propuesto volverlo a leer dentro de un tiempo.

martes, 31 de agosto de 2010

Atlas de Geografía Humana, de Almudena Grandes

Este verano he leído este libro por tercera vez. Por supuesto, me ha encantado, como las dos anteriores, y como casi todos los libros de Almudena Grandes, mi escritora favorita.

Narra la historia de cuatro mujeres que están rondando los cuarenta, que trabajan juntas para un proyecto que dura dos años, y la evolución en la vida personal de esas cuatro mujeres, principalmente en el terreno amoroso.

Fran, la jefa, está felizmente casada con Martín, del que está enamoradísima, hasta que descubre que tiene un vacío dentro que no le deja vivir feliz, no sabe si sigue enamorada de su marido, ni qué ha pasado con su relación, ni con el mundo en el que creían, en el comunismo, en una sociedad distinta.

Ana, la ¿maquetadora?. Una mujer separada, con una hija adolescente, a la que tuvo con 18 años tras casarse con su profesor de dibujo del instituto. La “gamberrada” con la que se liga a su profesor es genial. Una mujer que tiene ganas de enamorarse y vivir una temporada en las nubes, pero que cuando lo consigue parece que nadie va a permitirle disfrutar de las nubes, porque sólo hacen que recordarle que su ligue está casado. Entre otras, las personas que se lo recuerdan son su madre, su ex-marido, y hasta su hija.

Rosa, si no era Ana la maquetadora pues lo es Rosa. Una mujer casada con dos niños pequeños que no sabe a dónde han ido a parar los últimos años de su vida, desde que se casó, porque no los recuerda. Recuerda sus años de adolescente, cuando todavía los años estaban alineados y colocados uno detrás de otro, pero desde que se ha casado no recuerda nada. Esta mujer se encuentra en un viaje de trabajo con un fotógrafo, con el que se pasa todo el viaje acostándose, y del que se enamora locamente después, y lo de locamente va en sentido bastante literal.

Marisa, la eterna soltera, como lo fue su tía y casi lo fueron su madre y su abuela. La eterna soltera pero a la que le encantaría encontrar un hombre para dormir acompañada por las noches y que sale de vez en cuando por los hoteles caros de Madrid con la esperanza de ligar bajo el disfraz de mujer ejecutiva y ocupada, inventándose cada noche una vida personal distinta. A la que luego le da vergüenza reconocer quién es su novio, porque le cuesta sentirse orgullosa de un hombre al que nadie llamaría espectacular, por mucho que le guste.

Genial, no quiero ni analizarlo, pero tiene un montón de historias tiernas, o graciosas, o cachondas, o enérgicas, o de dudas humanas, con sus grandes errores, pero que cuando las cuenta Almudena Grandes es imposible no identificarse con ellas y perdonarlas, por que ¿quién no se ha enamorado y ha vivido lo mismo?

lunes, 30 de agosto de 2010

Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite

Este libro está escrito para un público adolescente, según las actividades propuestas al final, aunque yo diría que más pre-adolescente, pero bueno.


Aún así está muy bien, plantea la historia de una niña que vive en una familia común, con una madre con ganas de estar siempre ocupada limpiando, quejándose, y preocupándose de lo que dice la vecina, con la intención de llevar una vida lo más anodina posible, y que su hija sea una niña lo más normal posible. Pero le salió una hija bastante inteligente a la que le encanta leer, que tiene una curiosidad por la vida increíble, y que además de mayor quiere ser como su abuela (la madre de su madre) que fue cantante, porque prefiere pasarse el día bebiendo champán y con vestidos largos que viendo la tele y quejándose de su vida y del poco dinero que tiene.

En la novela, escrita en modo de cuento, esa niña hace el papel de caperucita, el lobo es un señor muy rico que vive sólo preocupado de ganar más dinero y de lo que la gente dice de su tarta de fresa (porque el señor Lobo es el dueño de la mayor pastelería de Manhattan, muy famosa por sus tartas, antaño sobre todo por la tarta de fresa) y hay una mujer que encarnaría el papel de hada de los cuentos, que no es ni más ni menos que la Libertad, con mayúsculas, además de haber sido de joven la modelo en la que se inspiró el escultor de la estatua de la Libertad.

Con todo esto, ya está el cuento servido: es la aventura de la niña por la isla de Manhattan, en un momento en que consigue quedarse sola, sin padres, y se va a descubrir esa isla que se ha aprendido de memoria, pero que nunca ha podido visitar. Por supuesto, esta aventura simboliza el proceso de madurez de la niña y su conquista por la libertad, entre eso por distanciarse de la madre y del mundo que tiene alrededor para encontrar su propio mundo.

lunes, 23 de agosto de 2010

Pantaleón y las visitadoras, de Vargas Llosa

Ha llegado la hora de poner los comentarios de los libros leídos en las vacaciones... aquí va el primero.

La verdad es que según lo empecé me maldije interiormente por haberme comprado un libro de Vargas Llosa cuando ya sé que me cuesta leerlo, que me cuesta el autor, y no porque escriba mal, nada más lejos de la realidad, sino porque es demasiado crudo, porque habla de temas demasiado violentos, con descripciones muy realistas que me dejan mal cuerpo.


Las primeras páginas de este libro describen, con más lujo de detalles del que a mí me gustaría, una serie de violaciones cometidas por soldados en la selva amazónica de Perú, en la zona de Iquitos.

Por ese motivo, al militar (no me acuerdo de qué rango tenía) Pantaleón Pantoja le encargan organizar un servicio de prostitutas dentro del ejército, eso sí, con toda la discreción posible, e incluso simulando que es un civil. Todo esto con el fin de aplacar los irreprimibles instintos de los soldados cuando están en la selva amazónica debido a la humedad y al calor. Lo de irreprimibles también era algo que me ponía mala.

A partir de aquí el libro se convierte en una narración muy divertida, eso sí, con varios relatos desagradables, sobre todo los referentes a una secta que aparece periódicamente de forma secundaria.

El libro narra por una parte la misión de Pantaleón Pantoja, un hombre muy cabal y dedicado, que pone todo su empeño en llevar a buen puerto la misión que le han encargado, aunque sea totalmente contraria a sus ideas, pero no por eso no va a conseguir organizarla de la mejor manera posible. Por otra parte, está la familia de este militar, su mujer y su madre, que no entienden porqué les toca vivir fuera del cuartel, sin decir a nadie a qué se dedica su Pantaleón, y sin poderse hacer amigas del resto de familiares de militares, del rango de su marido, por supuesto, y no sólo eso, sino que con el paso del tiempo van oyendo comentarios de con qué gente se ve siempre acompañado a Pantaleón en la ciudad: con la madame del principal burdel, el camarero y un proxeneta..

La intención del libro es divertir, con una gran crítica social encerrada entre toda esa parodia, y que consigue que uno se enganche y quiera saber cómo siguen las aventuras de Pantoja, si yo me enganché hasta habiéndome desagradado horriblemente las descripciones del principio...

jueves, 5 de agosto de 2010

La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera

La primera duda que plantea el autor es que en la pareja de levedad/peso ¿qué es lo negativo y qué es lo positivo?, ¿es mejor sentirse ligero o pesado? Su respuesta es que el peso, la carga, es lo que es positivo, lo que llevamos bien, mientras que lo que no soportamos es la levedad.

A partir de ahí plantea las historias de varios personajes teniendo como hilo conductor la historia de la pareja formada por Tomás y Teresa y como fondo la ocupación de Praga por los rusos.

Aparte de la política y de inquietudes de los distintos personajes, el tema que más se repite es la infidelidad, la infidelidad compulsiva y los celos. Desde el marido que tiene una amante y el día que se lo cuenta a su mujer y la abandona, le abandona a él su amante, que vivía muy a gusto en la clandestinidad, pasando por el marido que se acuesta con muchísimas mujeres pero no le es “inflel” a su mujer porque no duerme con ellas y no repite mucho con sus amantes, o la persona que sólo tiene una aventura en su vida, hasta la que siente unos celos atroces pero no abandona a su pareja.

La primera vez que lo leí, sin llegar a cambiarme la vida, como dijo un amigo mío que le había pasado a él, me gustó mucho, y me hizo plantearme muchas cosas. Esta vez, pese a que me ha vuelto a gustar, ya no me ha hecho plantearme tantas cosas, algunas sí, que es un libro muy reflexivo, y además pinta distintas reacciones muy humanas para problemas diversos, pero no sé si es que me he leído “La inmortalidad” (del mismo autor, y también por segunda vez) hace poco, o que muchas cosas de las que plantea ya no me sorprenden. En resumen, ya no lo he flipado, pero aún así es una gran lectura.

Voy a poner dos ejemplos de reflexiones del autor:

El “pequeño diccionario de palabras incomprensibles”: plantea que cada persona tiene su propio significado (asociado) para un montón de palabras, y que por eso estamos destinados a no entendernos unos a otros, por ejemplo para alguien un cementerio puede ser un lugar muy romántico y tranquilo mientras que fácilmente para otra persona es un lugar horrible que le inspira pesadillas. El autor, al mismo tiempo que explica eso como el origen de la incomprensión entre personas, también dice que cabe la posibilidad de que si se conoce desde hace mucho tiempo a alguien, y se pasa mucho tiempo juntos, sus vocabularios puede que se vayan acercando y ellos se puedan entender al hablar, porque hayan construido los mismo significados.

La debilidad / fortaleza: un personaje entiende en un momento dado que casi toda la sociedad une esa pareja de antónimos con la de víctima / culpable. De forma inconsciente alguien débil nos parece una víctima, y no sólo eso, sino que alguien por ser fuerte nos parece culpable. Ese personaje se da cuenta que los que son fuertes se sienten culpables y son los que siguen la voluntad del débil, que es el que dirige, que a fuerza de creerse débil (y víctima) se comporta de forma que consigue gobernar al otro.

En wikipedia, aunque me ha gustado más este análisis.

Leyendo: Pantaleón y las visitadoras, de Vargas Llosa.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Entre visillos, de Carmen Martín Gaite

Cuenta la vida en una ciudad de provincias (que tiene toda la pinta de ser Salamanca) en la época de la posguerra, principalemente los problemas de las mujeres, que se tienen que ceñir a una moral muy rígida, y sobre todo hipócrita.
El libro está contado en la voz de un narrador y contiene unas partes en primera persona de dos personajes: Tali o Natalia (una joven inteligente de quince o dieciséis años que no está de acuerdo con la forma de vida que le impone su familia y que se escapa de ella en la medida de lo posible) y Pablo (un extranjero recién llegado a la ciudad para ser profesor de alemán y que, en su condición de extranjero, proporciona una visión externa de la vida en ella)
En el libro se observan las vidas y las formas de ser de un montón de personajes, por ejemplo:
Gertru: la amiga de Tali, también de dieciséis años, que deja de estudiar porque se va a casar (con un tío que es un pintas y un juerguista) y que se empieza a preocupar de los vestidos, las joyas, la presentación en sociedad, las fiestas, cómo adornar la cocina… y ése estilo de cosas que hacen que Tali se aleje de ella.
Julia: la hermana de Tali que tiene un novio al que su familia no aprueba, entre otras cosas porque no se pliega a las costumbres que se consideran correctas.
Elvira: una joven de la ciudad que se agobia con la vida de cara a la galería que tiene que llevar y se la salta cuando puede, moviéndose por círculos que se consideran “modernos” (obviamente, este “modernos” se pronuncia arrugando la nariz).
El libro avanza en orden cronológico y abarca un lapso de tiempo de menos de un año. En la historia se entremezclan los fragmentos de las experiencias de distintos personajes y consigue meternos en la intriga y crearnos las ganas de seguir leyendo para ver cómo va a evolucionar cada uno, con sus propios problemas.
El libro incluye muchos diálogos con las expresiones de la época (por ejemplo: “estar en plan” para salir con un chico) que le dan un color muy curioso, que hacen que se lea de forma muy amena y que consiguen que uno se meta en la historia.
Me ha encantado, casi me lo he leído de un tirón, lo empecé ayer, me coincidió un día en el que tuve mucho tiempo de metro, y por la noche me senté en casa a acabarlo. Tengo que leer más cosas de esta autora, que las que he leído hasta ahora nunca me han defraudado.


Leyendo:
La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera (en casa)
Pantaleón y las visitadoras, de Vargas Llosa (en el metro)

martes, 3 de agosto de 2010

Las olas, de Virginia Woolf

Este libro ya lo empecé a leer hará unos tres o cuatro años, lo empecé, me parecía algo denso, avanzaba despacio y me surgió algo que me quitó tiempo y lo dejé.

Pero este verano me he decidido a leerlo porque tenía ganas, me daba rabia haberlo dejado a medias y encima es uno de los libros favoritos de una amiga mía, así que había que intentarlo.

Y me gustó desde el principio, me siguió pareciendo denso pero me fui acostumbrando a su ritmo, demasiado poético para mis gustos habituales, pero hay que reconocer que está genial.

El libro se compone de diálogos, aunque sería mejor llamarlos monólogos, de seis personas, tres chicos: Bernard, Louis y Neville, y tres chicas: Susan, Rhoda y Jinny, que van creciendo a medida que avanza el libro. Además tiene intercaladas unas descripciones de un paisaje según avanza el sol a lo largo de un día. Estas descripciones son las que sirven de separación para las distintas etapas de la vida de los protagonistas.

Está escrito de tal manera que llega uno a identificarse con cada uno de los personajes en algún momento del libro. Son completamente distintos, pero en algunos de los monólogos nos convencen totalmente de su manera de ser y de sus sentimientos.

Me ha gustado mucho, aunque tengo que reconocer que no podría leer un libro como éste cada semana, pero la verdad es que me ha acabado enganchando. De hecho del primer tirón me leí bastante, me pareció que más de lo que leí la primera vez y me sorprendí de haberlo abandonado tan rápido.

Lo que resulta más extraño es el tono poético que tiene, al que hay que acostumbrarse, pero me parece una maravilla de libro, y el monólogo final, que es probablemente el más largo, es genial



Comentario en la wikipedia inglesa: http://en.wikipedia.org/wiki/The_Waves



Un extracto que me gustó, sacado de la traducción que he leído: 
"... Cuando regresamos de nuestra inmersión -¡cuán dulce, cuán profunda!-, y salimos a la superficie, y vimos a los conspiradores todavía en pie, allí, sentimos cierta compunción. Habíamos perdido lo que ellos habían conservado. Les interrumpimos. ..." (Traducción de Andrés Bosch, Edición de 2002)



Leyendo:
Entre visillos, de Carmen Martín Gaite (en el metro)
La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera (en casa)

lunes, 2 de agosto de 2010

Introducción

Siempre que puedo, leo. Eso quiere decir que muy a menudo no tengo tiempo para leer todo lo que me gustaría, que mi lista de libros pendientes es enorme, pero que a pesar de todo es algo que me encanta: a veces cojo un libro para leer un trocito antes de dormir y me quedo leyendo horas, es raro que sólo esté leyendo un libro cada vez y me alegro de ir a trabajar en metro porque me aseguro 40 minutos de lectura diarios.